Este supuesto básico del pensamiento neoliberal no pasa de ser una hipótesis meramente ideológica y carente de objetividad. Sin embargo, es en base a ella que se construye toda la arquitectura del pensamiento económico predominante. Es por ello, que en esta primera aproximación, nos ocuparemos de la validez de este postulado, de su carácter histórico, y de su viabilidad a futuro como un principio rector de la sociedad, en un contexto de crisis económica, política y medioambiental que ponen en peligro la existencia de la especie humana sobre el planeta.

1) Una generalización sin fundamento.

Afirmar que el hombre es “egoísta por naturaleza”, es una generalización de por si extrema y errónea que tiene un alto contenido ideológico. Equivale a afirmar que la sociedad humana, y por lo tanto el hombre, no están sujetos a cambios históricos y por ello la naturaleza del hombre seria inmutablemente egoísta, por los siglos de los siglos. El error que aquí se comete es generalizar una posición ideológica ignorando los procesos de cambio que vienes desde que el hombre vivía en las cavernas hasta la actualidad, incluyendo a la sociedad incaica que tenía un fuerte componente gregario y cooperativo.

2) La postura ideológica de Adam Smith

Cuando Adam Smith reflexiona sobre el “Homos economicus”2, es decir, el hombre guiado solo por el interés lucrativo incurre, por interés ideológico, en el error de reducir al hombre en uno de sus aspectos más corrosivos para la sociedad: el egoísmo. En su juicio el hombre es “egoísta por naturaleza”, porque estaría genética y socialmente determinado a ese fin. Él, no llego a esta conclusión después de una gran investigación de la evolución humana ni mucho menos desde una profunda comprensión del desarrollo histórico de la sociedad, sino desde su simpatía con la revolución industrial capitalista y el auge del libre comercio, que se sustentan en la competencia y en el afán de enriquecimiento individual. Desde luego, al realizar esta aseveración, su objetivo filosófico inmediato fue (y es actualmente) glorificar los valores, fundados en la ganancia y el desinterés social, del naciente capitalismo y la competencia como forma superior de convivencia humana. Entonces, esto sirve de base para que las grandes corporaciones empresariales prediquen el individualismo como suprema virtud moral y el libre mercado como coordinador espontaneo y eficiente de la sociedad.

3) El individualismo es una herencia colonial

En el Perú, esta teoría es culturalmente parte de la herencia colonial de la cual nuestras elites liberales y neoliberales han sabido sacarle ventaja durante cinco siglos. Como apuntó Mariátegui, ya en su tiempo: “El criollo, como es notorio, ha heredado del español su individualismo”5. Fue un componente importante de la invasión española, de la estructuración del feudalismo y, es actualmente un componente fundamental de la cultura del libre mercado. Pero, con todo ello estamos lejos de afirmar que el individualismo o egoísmo sean el patrón general, eterno e inmodificable de la conducta humana. Por la siguiente razón:

4) El egoísmo humano desde una perspectiva filosófica critica.

Desde nuestra perspectiva crítica, la naturaleza del hombre debe ser estudiada:

a) Primeramente, en su devenir histórico, complejo y dialectico, que exige de por sí elevar y profundizar la mirada más allá del capitalismo y el egoísmo que le es inherente.

b) No perder de vista el carácter social del individuo, pues las personas, en nuestra particularidad, somos la expresión directa o inversa de la sociedad a la que pertenecemos. Entonces, el hombre no es ni puede ser “egoísta por los siglos de los siglos” como quisieran los religiosos del libre mercado, dado que la sociedad y el hombre cambian al transcurrir la historia. La sociedad y, por lo tanto el hombre, no son siempre los mismos. Cambian, no tienen carácter metafísico ni estático, sino dialéctico. El hombre es un ser social e histórico, es decir, su modo de actuar, pensar y relacionarse con los demás, están social e históricamente determinados.

5) Marx y su valoración de la naturaleza humana.

a) Para Marx, el ser humano, en sus múltiples dimensiones, es el reflejo de la sociedad a la que pertenece. El carácter gregario o individualista del hombre no está determinado genéticamente sino socialmente, por lo tanto, históricamente están sujetas al cambio. El mismo lo preciso, en una de sus Tesis Sobre Feuerbach: “Pero la esencia humana no es algo abstracto inherente a cada individuo. Es, en su realidad, el conjunto de relaciones sociales”4. El comportamiento de un niño, egoísta o gregario, depende de la formación que le brinda la sociedad y, en particular, su familia. Que unos presten sus juguetes o no, esta socialmente determinado. Lo absurdo seria buscar explicaciones estrictamente genéticas a un fenómeno social como este.

b) En la historia se han sucedido diversos tipos de sociedad, lo que Marx denominaba los modos de producción (sociedad primitiva, sociedad esclavista, sociedad feudal, sociedad capitalista y socialista). Cada una de estas sociedades generan, en su tiempo, relaciones sociales e individuos de comportamiento, pensamiento y características distintas. Por ejemplo, las sociedades basadas en la propiedad social de los medios de producción y en la cooperación generan individuos predominantemente gregarios y solidarios; mientras que las sociedades basadas en la propiedad privada de los medios de producción, en la explotación y alienación generan individuos predominantemente egoístas (“egoísmo racional”). La sociedad incaica y la Grecia esclavista, en sus aspectos generales, son la ejemplificación de la diferencia entre estos dos tipos de sociedades. En estas dos sociedades las relaciones de propiedad eran esencialmente diferentes, de la misma forma que los individuos y los comportamientos morales que dependían de ellos.

6) ¿La cultura del egoísmo es viable a futuro?

La cultura del egoísmo extremo ha fracasado desde múltiples puntos de vista y no es viable a futuro:

a) El individualismo y la competencia han sido el sustituto sublimado de la guerra en la convivencia social, con resultados beneficiosos para pocos y grandes costos para la sociedad en su conjunto y, en especial, para el medio ambiente (desigualdad, guerras, competencia irracional, acumulación ineficiente de recursos, aprovechamiento irracional de los recursos naturales, etc.).

b) Es incapaz de canalizar los esfuerzos conjuntos en la construcción una a sociedad global y local, más justa y eficiente en términos de asignación de recursos, y hace, por ello, imposible la gran tarea de proteger el medio ambiente, que es en sí misma una gran labor cooperativa y solidaria que especie humana debe encaminar en la lucha por su subsistencia en el planeta tierra.

NOTAS.

1. Equivalente del Homos economicus.

2. Tamames, Ramón. Diccionario de economía y finanzas. Edición, 13a. “En latín, el hombre económico, forma en que se emplea la expresión en todos los idiomas. Arquetipo de ser humano que en sus decisiones se guía solo por el interés crematístico (lucrativo) y que presentan , pues, un perfil unidimensional”

3. Borisov, Zhamin y Makarova. Diccionario de economía política marxista. “Modo de obtener los bienes materiales necesarios al hombre para el consumo productivo y personal. El modo de producción constituye la unidad de las fuerzas productivas y las relaciones de producción”

4. Marx, Karl. Tesis sobre Feuerbach. Obras escogidas en dos tomos. T II. Editorial progreso. La sexta tesis dice a la letra “Feuerbach diluye la esencia religiosa en la esencia humana. Pero la esencia humana no es algo abstracto inherente a cada individuo. Es, es su realidad, el conjunto de las relaciones sociales.”

5. Mariátegui, José Carlos. Peruanicemos al Perú. Empresa editora Amauta. Pag. 75.